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El vínculo entre el sueño y la salud mental

Persona acostada sobre colchón calm,

¿Cuántas veces te levantaste habiendo dormido mal y poco, creyendo que una buena taza de café o un litro de mate podrían salvarte el día? No está en discusión que la cafeína nos ayuda a estar más atentxs y despiertxs, pero nunca va a poder reemplazar una buena noche de sueño. Y  tampoco evita otros problemas que pueden aparecer.

No descansar el tiempo suficiente tiene consecuencias mucho más graves que sentirte cansadx o irritable todo el día.

El panorama actual no es muy alentador en este sentido: un estudio del CONICET y del Observatorio de la Deuda Social de UCA confirma que el 14,22% de lxs argentinxs duerme mal. Como si esto fuera poco, se demostró que dormimos 2 horas menos que hace 30 años y que el 22% de nuestrxs compatriotas padece de somnolencia.

Sumado al hecho de que debilita nuestro sistema inmunológico y genera daños a largo plazo (presión arterial alta, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular), no dormir entre 7 y 9 horas por día puede ser muy perjudicial para nuestra salud mental.

Persona acostada sobre colchón calm,

No negocies tu sueño

El profesor de psicología y especialista en sueño Jakke Tamminen comenta que durante el sueño se dan ciertos procesos mentales que ayudan a fijar nuestros recuerdos y almacenarlos en la memoria.

Es cuando dormimos que procesamos la información adquirida durante todo el día, y alterar este proceso tiene efectos directos en nuestra salud mental.

Si dormimos mal constantemente, aumentan las probabilidades de tener depresión, ansiedad y que nuestra estabilidad emocional sea como un samba en pleno verano costero.

Cuando dormimos, pasamos por diferentes ciclos de sueño de 90 minutos, a los que podemos dividir en dos partes: la REM (movimiento ocular rápido) y la no REM, que en su mayor parte corresponde a un período llamado SWS (de ondas lentas).

El sueño profundo se da en la segunda, ayudando a nuestro sistema inmunológico y a nuestros proceso cognitivo. En la fase REM (si ves a alguien durmiendo y sus ojos se mueven rápido, está en esa etapa) es en la que soñamos y profundizamos en el aprendizaje y en nuestras emociones.

Entonces, dormir bien significa pasar varias veces por estas etapas (en 8 horas deberíamos pasar mínimo por 5 de estos ciclos naturales). El problema surge cuando los interrumpimos: no alcanzamos un sueño profundo, aumentamos la producción de hormonas que generan el estrés y nuestra capacidad para manejar las emociones disminuye.

descanso almohada calm

Y es ahí que aparece la irritabilidad, el mal humor y los pensamientos fatalistas o trágicos (si tu tendencia natural es al drama, ya sabés que dormir bien es el mejor antídoto).

¿El huevo o la gallina?

¿Tenés ansiedad y desgano porque dormiste mal? ¿O no podés relajarte y dormir profundo porque tu cabeza va a mil y tenés pensamientos negativos?

Es un hecho,, la salud mental y el dormir forman un circuito que no puede dividirse. La calidad del sueño influye directamente en tu salud mental, así como ciertas patologías pueden hacer que te cueste dormir a la noche. 

Según el Instituto del sueño, el 80% de los pacientes con depresión  ve afectadas tanto la cantidad como la calidad de su sueño. El problema más frecuente es el insomnio, haciendo difícil conciliar el sueño o, una vez que se consigue dormir, mantenerlo en el  tiempo.

Lo mismo sucede con la ansiedad: a veces no nos deja dormir y eso nos vuelve más ansiosxs todavía,  haciendo que durmamos peor y que puedan aparecer síntomas de depresión.

Un círculo no vicioso

Si nos esforzamos por dormir mejor nuestra salud mental va a mejorar, y viceversa. Lógicamente, es más fácil e inmediato empezar por el sueño, pero ambos son igual de importantes.

Chico recostado en su colchón calm, jugando

Intentá generar buenos hábitos que te ayuden antes y a la hora de acostarte. En el mundo hiperconectado, acelerado y lleno de pantallas en el que vivimos, esto implica tiempo y esfuerzo. Pero lo bien que te vas a sentir (física y mentalmnte) no tiene comparación. Las claves para dormir bien son

  • Acostarse a la misma hora todos los días.
  • No tomar cafeína (café, mate, gaseosas) a la noche.
  • Evitar el alcohol y las comidas pesadas antes de dormir.
  • No ver ninguna pantalla por lo menos una hora antes de acostarte.

Si lo que más te preocupa es tu bienestar mental, o si los problemas no mejoran, siempre es recomendable consultar a un especialista (psicólogx, medicx especialista en sueño, psiquiatra). 

En concreto, hay muchísimos tratamientos para el insomnio, y el acompañamiento en otras patologías como ansiedad o depresión te van a ayudar a estar mejor.

A dormir bien se ha dicho.

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El sueño bifásico es adecuado para vos?

colchón calm en hora mágica

No, no tiene nada que ver con aparatos eléctricos o enchufes. El sueño bifásico consiste en separar tus horas de sueño en dos o más partes (en ese último caso, sería polifásico) durante el día y la noche.

Es un método bastante diferente al que estamos acostumbradxs, también llamado monofásico, que consiste básicamente en dormir entre 7 y 9 horas (con suerte). 

Podés pensar que dormir siesta ya implica tener un sueño bifásico, y un poco de razón tenés. Pero el sueño bifásico, poniéndonos estrictxs, es un régimen integral. Es algo mucho más consciente y estructurado que dormirte un par de horas a la tarde los domingos, o un día de la semana en el que estás agotadx. 

colchón calm en hora mágica

Allá lejos y hace tiempo...

El sueño bifásico solía ser lo común en las sociedades preindustriales. Sin embargo, en estos años se puso de moda entre las personas que quieren ser más eficientes y productivas. Están también lxs que buscan una forma de descansar que se adapte mejor a sus ritmos circadianos (algo así como su reloj biológico interno). 

Entonces, ¿de qué va este método tan extraño? ¿Puede servirte para dormir mejor o aprovechar más tu tiempo?

Existen dos tipos de sueño bifásico. A veces significa que te tomás la siesta muy en serio y dormís unas horas religiosamente todos los días. En países como Grecia y España es muy común, y en el interior de nuestro país también. Si te interesa saber cómo dormimos la siesta los argentinxs, podés leer esta nota.

La otra forma, más radical y quizás más interesante, es dividir en dos partes el sueño, con un lapso de 2 o 3 horas en el medio. Según el historiador A. Roger Ekirch, este segundo tipo de sueño bifásico era muy habitual en Europa antes de la Revolución Industrial. 

Dos personas disfrutando su colchón calm

En su libro sobre las costumbres nocturnas del pasado, describe cómo la gente se iba a dormir poco después de las 12 pm, y lo hacía hasta las 4am. A esa hora se despertaban para tener un tiempo de vigilia de dos horas, y volvía a dormir 4 horas más.

Durante ese “descanso”, las personas tenían más energía y hacían cosas como limpiar y coser, o dedicaban ese tiempo para tener relaciones sexuales (actividades que pudieran hacerse a la luz de la luna, o a oscuras).

Ventajas y desventajas

El sueño bifásico tiene varios beneficios comprobados para nuestra salud: dormite una siesta cortita todos los días y vas a ver. 

Está demostrado que las siestas pueden mejorar la memoria, la capacidad de concentración y nuestro estado de ánimo. De hecho, dormir siestas de 20 minutos en el trabajo aumentaría exponencialmente nuestra productividad. 

Puede que incluso el insomnio de algunas personas se explique con el sueño bifásico: se fuerzan a dormir con un patrón (monofásico) que no es el que su cuerpo necesita. 

Si pensas que la modalidad bifásica puede ayudarte, los desafíos que vas a tener mientras intentas incorporarla a tu vida seguramente sean sociales.

La mayoría de los planes con amigxs te van a surgir a la tarde, y probablemente algunxs no te tomen en serio. Les va a resultar raro que intentes dividir tu sueño en dos partes.»¿Para qué?… Si todo el mundo duerme de corrido».

Ya sabés que ese argumento es falos. Contales que Charles Darwin, John F. Kennedy y el escritor francés Honoré de Balzac dormían así.

Persona durmiendo en colchón calm

Paso a paso

Ahora, imaginate que este post te dejó tan copadx que querés aplicar el sueño bifásico hoy mismo. Sea cuando sea que empieces, arrancá de a poco. Te va a llevar unas buenas semanas cambiar un esquema tan arraigado como el momento de dormir. 

Además, vas a tener que ser muy estrictx con los horarios. Decidí de antemano qué franja del día querés dormir y en qué momentos necesitás estar lúcido y despierto para poder trabajar, estudiar o compartir con tu familia y amigxs. Y lo más importante: respetalos. La disciplina y la organización son la clave para lograrlo. 

Por último, tené esto siempre presente: dividir el sueño no implica dormir menos, cumplí las 7/9 horas diarias de sueño aunque no sean de un tirón. Y siempre prestá atención a tu cuerpo. Si ves que los beneficios que mencionamos acá no aparecen, y sentís que con este cambio dormís peor, volvé a tus viejos hábitos. 

El sueño monofásico no es para todxs, y dormir de corrido tampoco está tan mal…