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Débora Nishimoto

Un Cuarto Propio inició como una excusa para conocer hogares y entrevistar personas que nos inspiran. El nombre del proyecto surgió de la obra de Virginia Woolf la cual es un llamado a la independencia y libertad personal como motor para la creación.

A lo largo del proyecto y, a medida que fuimos metiéndonos en la intimidad de estos hogares, nos dimos cuenta de la importancia de tener un lugar que nos sea propio para poder soñar. Un espacio que dependa de cada persona y sea espejo de nuestra personalidad. En Calm creemos que tener la posibilidad de construir es un derecho igual de importante que el de descansar.

Esperamos que este proyecto inspire a cada persona que lo lea y que haga de mecanismo para que, de a poquito, puedan construir ese lugar que les pertenezca a ustedes y a nadie más.

En esta edición les presentamos a Débora Nishimoto.

Débora Nishimoto.

Soy Débora Kaori Nishimoto, actriz y cocinera. Vivo con mi gata carey Suzuki Budín. Me gusta mucho leer, poesía sobre todo. Hoy llevo adelante @kaori.alimentacion, mi proyecto de cocina, con el que doy talleres, hago popups y conecto diferentes ramas artísticas con el universo de la alimentación.

Me formé en teatro con Nora Moseinco, Federico Leon y Alejandro Catalan. En este momento me encuentro filmando una serie para Netflix y haciendo funciones en el Konex de la obra teatral @Los.Miedos, que va por su sexta temporada.


Débora, tiene mucho para contar. Es gastronómica, artista, curiosa de la vida y emprendedora. Eligió a Calm para acompañar sus noches de descanso junto a su compañera gatuna Suzuki. Acá les dejamos lo que fue esta charla íntima con ella, en su hermoso hogar.

 

Vamos a empezar: ¿Nos haces una pequeña introducción sobre vos?

Débora: Debora es la identidad que llevé durante muchos años, su significado es abeja trabajadora, que encarna mi lado más exigente, que va a por todo, que lo que quiere lo logra. Desde chica siempre me gusto trabajar, tener mis propios proyectos, tengo una energía muy perfeccionista y productiva, pero, eso fue justamente lo que me llevó a tener un accidente, hace 6 años, que cambió mi vida por completo, me movió muchas fichas, movió todos los cimientos que venía construyendo. Tuve que renacer.


En ese accidente perdí el olfato, me golpeé la cabeza, y tuve un traumatismo de cráneo. Ahí es cuando me vi obligada a frenar todo lo que hacía en mi vida, básicamente parar con la exigencia. El proceso de recuperar este sentido fue muy lento. Esto me hizo conectar con la calma, la paciencia. Y hoy en día disfruto mucho de eso, creo que tiene que ver con mi lado más japonés, el oriental tiene otra concepción del tiempo. 

Luego del accidente, empecé a cocinar, tengo mi proyecto, Kaori, que es mi nombre en japonés, nunca lo  había utilizado hasta ese momento, significa aroma, perfume. Y para reactivar mi olfato, decidí trabajar con especias, olores fuertes y distintos sabores. También arranqué teatro, por recomendación de un amigo y descubrí un espacio en el que se celebra el error, la espontaneidad, algo con lo que no estaba familiarizada, es más, estaba totalmente acostumbrada a lo contrario, en mi anterior rutina no me podía permitir fallar.

Hoy la cocina y la actuación son mi sostén. La escritura y la poesía están muy presentes en todo lo que hago, sigo teniendo a la literatura muy de cerca, pero desde otro lado más creativo, no tan académico. Por mucho tiempo tapé esa faceta mía, calma, flexible, espontánea, y ahora es parte de mi vida. 

Hoy siento que soy Debora y Kaori más que nunca, a la vez, la disciplina, la calma, lo estético, el error, la paciencia. Lo académico sigue estando. Amo leer, hago un taller de poesía pero sin presiones, sin exigencias, no como antes.


La ciudad, las personas y los espacios, ¿cómo influyen en tu creatividad?

Débora: Las personas, obviamente para lo que es actuación, me inspiran constantemente. Ciertos gestos que observo o ciertas maneras de hablar. A veces me anoto frases de mi papá, por ejemplo, que es muy ocurrente.

Para escribir también me inspiro en mi familia, en mi abuela particularmente o mi linaje, eso lo usé mucho. Ah y las ciudades, para lo que es cocina por ejemplo, son muy inspiradoras

Las diferentes culturas te inspiran para lo que quieras. Me gusta hacer pop ups o cocinar en lugares, para ver a las personas degustando con placer lo que uno hizo. Hay algo del proceso, el tiempo y la paciencia que lleva la cocina, que cuando está todo dado en el final y ves comiéndo a todos, es hermoso e inspirador.

También me encanta viajar para poder hacer mi propio viaje culinario.  Amo eso de conocer las culturas a través de la comida.

¿Qué necesitas para tener un espacio que te haga feliz?

Débora: Luz y silencio. Tengo dos polos que equilibro. Por un lado, me gusta mucho salir a bailar y la música bien fuerte. Y, por otro lado, en mi casa me inclino más por la tranquilidad. Aparte, últimamente estoy muy sensible a los ruidos fuertes de la calle, entonces más que nunca estoy muy amiga del silencio.

Después, obviamente necesito un animal en la casa. Mi gatita Suzuki es mi compañera. Siento mucho su presencia.

Es muy importante tener espacio, me gusta mucho tirarme en el piso, hacer poses de yoga  o relajarme con Suzuki y un libro. 

Soy medio minimalista, creo. No tengo casi cuadros, creo que solo ese que está en el living, que ni siquiera es un cuadro. Tengo algunas cositas que me aportan color. Por ejemplo, obras de cerámica que me gustan mucho, pero nada que me agobie visualmente.

¿Cuáles son los objetos a los que más afecto les tenes en tu casa?

Débora: La cafetera es una. Si o Si. Me la compré hace relativamente poco y soy muy fan del café. 

Los libros también, la biblioteca en general, es un lugar al que acudo constantemente porque me gusta mucho agarrar alguno que leí hace mil, volver a leerlo, ver lo que tenía marcado, ese tipo de cosas.

Tengo ese pequeño gatito negro, en honor a Cafecito que es un gato negrito que tuve y era lo mejor del mundo. Cafecito, espresso doble, le decía. 

Ese objeto sería uno de mis preferidos. Me lo regaló una amiga para mi cumpleaños, justo antes de que falleciera, entonces ese es su homenaje. Está ahí cuidando. Siento realmente su presencia.

Para adentrarnos un poco en tu habitación, queremos mencionar que el nombre del proyecto surgió de la obra de Virginia Woolf la cual es un llamado a la independencia y libertad personal como motor para la creación. Habiendo aclarado eso, ¿qué significa para vos tener un cuarto propio?

Débora: Lo siento como algo de independencia y libertad, ¿no?. Como un tesoro ganado porque tampoco es algo que se nos presenta tan fácil, tener un cuarto propio, en todos sus sentidos. Es como un preciado tesoro, que construís. Y que uno le va dando cariño poco a poco. Vas comprando primero tu mesada, después tu lámpara y lo vas acondicionando. 

Yo paso mucho más tiempo acá en el living que en la habitación, es mi lugar de inspiración. Yo me siento ahí, en el sillón, a escribir. Es tranquilidad e introspección. 

Y un espacio propio también, en mi opinión, tiene mucho que ver con la soledad. Pero no de estar solo, sino en intimidad con uno mismo. Siento que hoy en día hay mucha gente que tal vez le escapa a eso. No es fácil. Te llenas de planes y vas cargando tu cabeza con estímulos y sociabilidad. Para mí el momento de estar sola y tranquila es muy preciado.

Es importante darle amor a ese espacio y decir ok, esto soy yo, esto lo siento mío.

Charlemos un poco sobre el rol que tiene la habitación en tu vida. El cuarto propio, es un reflejo de las personas que lo habitan. Para vos, ¿cuáles son los objetos que más te representan de ese espacio?

Débora: Es bastante minimalista, así que te diría que es la cama. Y la luz que entra a la mañana, para mí es muy importante. Me gusta despertarme con el rayito de sol. 

También, hay algo que mantengo mucho: la energía en cada espacio. Soy de apagar el celular a la noche siempre, me levanto con mi despertador analógico. Prefiero desconectar totalmente para poder descansar bien. Es más, al despertador lo dejo en el baño, me levanto y voy hacia ahí para ya arrancar. Tampoco veo pelis en la cama, si leo y me relajo. Pero tengo mi cuarto como algo muy sagrado. Es mi resguardo. Me compré hace poco un instrumento que se llama kalimba. Es como de viento. Cualquier tecla que aprietes suena bien y a mí me calma mucho, me tranquiliza antes de dormir. Estoy así en la cama y toco teclas. Es como que me apaga un poco la mente. Como si fuera un mantra.

Te diría que vengo a mi cuarto a desconectar del día. Ver Instagram en la cama, por ejemplo, me parece una locura. Necesito empezar a despejarme ni bien paso por la puerta.

Buceando un poco de nuevo en el resto del hogar, ¿qué rituales tenes para vos y solo para vos en tu casa?. Esos mimos que te das a vos mismo cuando estás solo.

Débora: Mi café es mi momento del día. Después de eso, hago yoga, siempre. Mi cuerpo me pide lo que necesita y cuando me despierto me pide elongar. Tomo mucha agua también. 

Pero mi momento preferido es tomarme un café, lo hago en silencio. Luego, pasa una hora y desayuno con las noticias. Escucho mucho la radio eso sí. Me acompaña desde que terminé la secundaria y, laburando desde casa, es una re compañia. Pero cuando como, apago todo. Me gusta ese silencio. Estoy con mi gata, miro el balcón, para que me entre un poco de luz. 

Esos son mis momentos más míos. Cuando tomo café, no me gusta apurar nada, darle el tiempo que merecen las cosas. Ponele, tomarlo caminando por la calle, no me entra en la cabeza. Me gusta hacerlo sentada y disfrutarlo. Ahora estoy tratando de meditar post yoga, me cuesta, pero es un hábito que estoy incorporando.

Tenes una casa realmente hermosa y se nota el amor que le pusiste. ¿Me contás un poco sobre los muebles que elegiste?

Débora: Enfrente de mi cama tengo un mueble, azul, que sin darme cuenta es un color que tengo mucho en casa. Lo elegí por su forma de puntas redondeadas y cajones, más que nada, pero el color me llamó mucho la atención. Tengo varias cerámicas también, aunque no son un mueble. Hago arreglos florales, ikebana, entonces las cerámicas vendrían a ser un poco un intermediario para exhibir ese arte.

Por otro lado, mi mesa de vidrio en el comedor, dónde está mi máquina de café. Luego tengo también unas mesitas altas, que las hace un amigo que tiene un estudio, Ries. Mi sillón, en el que me gusta estar bastante, con Suzuki. Ahora estoy queriendo cambiarlo, pero es difícil elegir. Es algo muy de la identidad japonesa, pero me gusta mucho estar en el piso, llego a un lugar y sentarme en el piso directamente. La mesa negra que tengo frente al sillón también me acompaña en muchos momentos diarios.

¿Qué fue lo último que soñaste?

Débora: A veces sueño que estoy corriendo, se me vencen las piernas y comienzo a correr en cuatro patas. Corro normal, no puedo más y luego hago esa transición.

En la terapia a la que asisto, trabajamos con bioenergética y me ayuda mucho a enraizar, porque a veces tengo la tendencia de volarme e ir para arriba. Entonces intento conectar más con la parte inferior de mi cuerpo. Estar terrenal.

¿Tenés algún ritual que te ayude a dormir bien?

Débora: La Kalimba. En su momento también probaba algunas gotitas de valeriana o té de cedrón, este último me hacía bostezar sin parar como si estuviera depurando algo. Ahora tomo unas gotitas de fitoterapia. 

Lo que hago si o si, es apagar el celular una hora antes de dormir. Ponerme cremas es un ritual que tengo todas las noches también. 

Escribir o leer. Quizás escribir es algo más de la mañana para mi. Antes tenía un noctario, que era de los sueños. Trataba de escribir todos mis sueños, y si lo haces algo constante, empezás a atar cabos.  

Ah y en verano cuando me da calor, antes de irme a dormir, me mojo los pies, y los saco del acolchado, aunque duerma con el aire. 

¿Qué es lo primero que haces al despertar?

Débora: Apagar el despertador que tengo en el baño. Lavarme la cara e ir directamente a tomarme mi primer cafecito del día. En silencio.

¿Qué tenés actualmente en tu mesa de luz, que sentís es esencial para el descanso?

Débora: Un vaso de agua, si o si, la kalimba y algún libro. Me ayudan a inducir el sueño. Mi gata no está en mi mesa de luz, pero si duerme conmigo, obviamente. Y es algo esencial e indispensable en mi descanso. Apenas voy a la cama me sigue, encima le gusta dormirse en mi pecho, y no se si la vieron pero es bastante pesada. Trato de adaptarme mucho a ella, por ende a veces me despierto en el medio de la noche porque no puedo respirar (risas). Ella ni se mueve.

Si alguien famoso pudiera leerte un cuento para dormir, ¿quién sería y por qué?

Débora: Hace poco fui a ver a Lorie Anderson, artista y escritora, fue durante mucho tiempo la pareja de Lou Reed. Ahora estoy leyendo su libro “El corazón de un perro” que habla mucho de la relación con su perra y la muerte. La fui a ver en vivo, leyó varios textos y me vino ese recuerdo ahora. Me gustó mucho la verdad, me transmitió paz. Porque la realidad es que podés escribir muy bien y todo, pero lo lees y no es lo mismo. 

En un período de mi vida, tomé clases de canto, para conocer mi voz. Una vez la profesora me dijo agarra un libro de mi biblioteca, empezamos a leer y descubrí que me gustaba mucho leer en voz alta. Es algo que observo mucho, esa capacidad de hacerlo con gracia e interesante.

¿Sos de acordarte de lo que soñas?

Débora: No tanto. Si algo me pega, lo escribo, o a veces me baja solo durante el día. Tampoco suelo acordarme de los sueños con mucho detalle. A veces cuando tengo uno muy particular, lo trato de bajar, agarro un cuaderno y quizás veo los sueños que tuve y logre escribir, es muy flashero. Por eso el registro es importante, genera un hilo conductor.

¿Conocías a Calm?

Débora: Sí, paso mucho por el local de Santos Dumont y Córdoba. Y el color es muy llamativo. Siempre que paso con el bondi termino mirando en esa dirección. Inevitablemente. 

¿Qué es lo que más te gustó de Calm?

Débora: Me encanta la funda de tusor, el color es hermoso y es super suave. El relleno sin la funda es todo mullido, yo duermo sin sábanas aparte, entonces lo siento sobre la piel y es una muy linda sensación. Aparte amo que me haya venido con unas medias. Son esos pequeños detalles que te cambian completamente la experiencia.

¿Por qué nos elegiste?

Débora: Me intrigaban mucho sus productos. Los vi como una marca joven, llamativa y como te dije, me llamaba la atención el local cuando pasaba por la puerta. La verdad, habiendo probado el edredón y la funda, la calidad es impecable. Mi cama es otra ahora, y mi sueño también.

Por último nos encantaría saber, ¿cuál es tu sueño?, ¿cuáles son tus proyectos?

 Deborah: Estoy filmando una serie para Netflix que no sé si saldrá este año, pero me divierte el proyecto, me pone muy contenta. Sigo con “Los Miedos” la obra teatral que vamos a hacer en el Konex. También los talleres de cocina que voy a empezar en abril de este año, una vez por mes. 

La escritura es algo que vengo haciendo hace mucho, pero en silencio, y hoy quiero dedicarle más tiempo. El año pasado y el anterior empecé a leer en vivo en ciclos y, con una amiga, paralelamente empezamos a escribir una obra teatral. Hay algo diferente en eso, porque yo siempre fui actriz intérprete de algo que escribió alguien, y es distinto actuar algo que escribiste vos.

La obra tiene que ver mucho con la poesía, a ambas nos gusta mucho leer y actuar, por eso la siento tan genuina. Como un reflejo de lo que ambas somos. 

Eso sería un desafío, animarme, la primera obra es algo muy personal. Intimo. A veces hago muchas cosas que me exponen pero no me dan vergüenza pero, por ejemplo, leer algo muy mío qué escribí yo si me da cierto pudor. Es muy loco. 

Una obra de teatro propia tiene un poco de eso. 

También siempre sueño volver a japón, hace un monton que no voy. Cuando fui por primera vez a los 18 no estaba muy apegada a mis raíces, y luego del accidente, empecé a estudiar el idioma, y conectarme más con mi procedencia, y fue otra experiencia.

Instagram: @deboranishimoro

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