¿En qué pensamos cuando hablamos de la primavera?
En Calm queremos mirarla desde otro lado, cambiar de perspectiva. Entonces nos preguntamos: ¿Por qué tenemos primavera?
Nos cuestionamos para entender, un poco más, con qué cosas o en qué momento nos sentimos en primavera.
Manifiesto.
Sueños de primavera.
Para poder florecer, primero se debe cultivar. Cuidar, nutrir, esperar. De eso trata la primavera. No solo de los colores, los aromas y los retoños, sino también del proceso.
Siempre hablamos del destino, pero no mucho del camino, de cómo es que llegamos, a que nos aferramos en cada paso y que nos hizo, en principio, emprender el viaje.
Para ver florecer hay que confiar. En algo más grande, su propósito, su ritmo, su naturaleza. Adaptarse a sus cambios y reglas, no tener miedo cuando vemos cambiar de color, de piel, de forma. Porque en la transformación hay belleza, hay metamorfosis.
Hay que tener paciencia, pero también coraje, para ver en nuestro cultivo, el reflejo de nuestras intenciones. No solo se trata de ver florecer, sino de acompañar cada pasaje y su ritual. Y ahí es cuando nos acordamos por qué plantamos.
Al final, en el transcurso de la aventura, nos vemos distintos. Nos sentimos más livianos, como si hubiésemos esperado un año, para crecer. Descubrimos lo valioso del camino. La belleza de ver florecer nuestras intenciones.
Cultivamos un sueño, y ahora tenemos primavera.
Pero para tener todo eso, tenemos que tener verano, otoño e invierno. Lluvia, sol, tormenta y nubes. Porque más que colores, son estados.
La relación entre la primavera y la juventud
Este vínculo nace de una metáfora y es un tema recurrente en la literatura, la poesía y la cultura.
La asociación entre estas dos cuestiones, se basa en la idea de que la primavera es una estación de renacimiento y renovación en la que la naturaleza renueva su ciclo de vida, las flores aparecen y los días se alargan. Esto se compara inevitablemente con la juventud, ya que es una etapa de la vida caracterizada por el crecimiento, la vitalidad y la energía renovada.
Pero desde Calm queremos repensar a la primavera como un estado, no una edad específica. Porque más allá de sus colores vividos y sus pimpollos, hay algo en la metamorfosis que alude a los cambios naturales por los que pasamos todxs, en cualquier año.
Podemos florecer mientras sigamos creciendo desde algún lugar, siempre vamos a tener la primavera cerca.
Es cuestión de evolución, crecimiento, paciencia y coraje.
Hay momentos en los que nos sentimos florecer, en los que soñamos despiertos.
Juntando fuerzas para desplegar nuestros colores, para dar el primer paso, con impulso, hacía nuestro objetivo.
Despertamos para seguir soñando.
Soñamos para poder florecer.
¿Y a vos, qué te hace florecer?