Vivimos en un mundo hipercomunicado donde cada vez es más difícil descansar y, en Argentina, se fue perdiendo poco a poco el sentido de la siesta. Esos pequeños períodos de sueño que cambian como vivimos el resto del día.
¿No les parece irónico? Cuanto más necesario es, menos dormimos, principalmente en una ciudad como Buenos Aires, repleta de ruidos, personas, actividades, obligaciones y rutinas.
Una siesta y a seguir.
Con jornadas laborales largas y tantas actividades diarias, no es fácil mantener nuestro nivel de energía de la mañana a la noche. Sería increíble poder reiniciarnos, y volver a sentir que estamos al 100% en la mitad del día.
Pero el botón de reinicio existe y es una siesta.
Guy Meadows, especialista en fisiología del sueño y cofundador de The Sleep School comenta que «El principal beneficio de las siestas breves, es que contrarrestan los efectos fisiológicos que ocurren en el cuerpo desde que nos despertamos«. Nos ayudan a mejorar aspectos como el tiempo de reacción y la memoria, algo que vamos perdiendo a medida que transcurre el día.
Por eso en Calm creemos en lo sagrado de la siesta, y venimos a restituirla como costumbre saludable. A veces nos permite realmente conciliar el sueño y otras veces no, pero significa definitivamente un freno en la vida cotidiana. Siempre decimos que queremos mejorar el bienestar de las personas, y la importancia de un buen dormir pero principalmente de un buen despertar.
El despertar nos tiene que dar el empuje para encarar nuestros objetivos. Para enfrentar el día y ayudarnos a conectar con el mundo.
Por eso, pensamos que es importante dormir una merecida siesta, para poder llegar a tener un buen despertar.
Sabemos que para ejercer el despertar hace falta humanidad, sensibilidad, estar en el presente, reconocer el entorno y a los demás. Lograr desconectar para luego, poder conectar con todo lo que nos queda por hacer. Y así poder avanzar durante el resto del día, con certeza y sin miedos.
En síntesis: frenar para después observar, animarse a pasar del sueño a la vigilia es decir, despabilarse.
Entonces, en Calm, nos preguntamos: ¿Ese <estar despierto> significa <estar presente>?
Creemos que no, que para eso hace falta tener más lugares donde parar, un hiatus en la rutina diaria.
Experiencia despabilarse.
Así fue como creamos <Despabilarse>, una habitación que te invita a reflexionar, dónde queremos entender cuánto cambia tu día, permitiéndote 45 minutos de descanso.
Te decimos “despabilate” pero no como una exigencia sino todo lo contrario, queremos aportar, desde nuestro lugar, a que tengas un buen día 🙂
Este proyecto es, de alguna forma, un experimento social. Queremos entender cuánto mejora el día de nuestra comunidad después de vivir esta experiencia.
¿Por qué 45 minutos?
Según la Asociación Argentina de Medicina del Sueño una siesta debe durar 30 minutos o menos. En Calm agregamos 15 minutos más para que tengan tiempo de prepararse tranquilamente antes de entrar a la cama.
Desde Calm proponemos un escape de la rutina para volver renovados y con más energía. Porque hacer una pausa, nos permite reconectar.