¿Cuando llega la tarde te agarra un cansancio indomable que te impide concentrarte en tus tareas? ¿Sentís que un café o un mate no alcanzan para darte ese plus de energía que necesitás para llegar entero al final del día? Entonces una siesta puede ser lo que necesitás.
Hay estudios científicos que comprueban que dormir la siesta tiene varios beneficios para nuestra salud: puede prevenir cardiopatías, reducir la presión alta, favorece la concentración y estimula la creatividad. Sin ir más lejos, el 98,5% de los argentinos (encuestados por Calm) dijo dormir la siesta en algún momento de su vida cotidiana, aprovechando así las ventajas de una buena siesta.
Pero no todos la duermen de la misma forma, ni buscan lo mismo al tomar una siesta. En esta nota te contamos sobre los distintos tipos de siesta, sus características y sus beneficios.
¿Cuánto debe durar una siesta?
Como regla general, tiene que durar lo suficiente como para ayudarte a recargar energías y mejorar tu humor y tu concentración, pero sin extenderse hasta el punto del embotamiento y una sensación de cansancio y confusión (que todos conocemos).
Hay varios tipos de siesta, pero vamos a concentrarnos en 2 específicamente:
PowerNaps
Su duración es de entre 20 y 30 minutos. Ayuda a reponer energía, mejora el rendimiento y aumenta la productividad.
Un upgrade que podés implementar si ya tenés incorporado este tipo de siestas es el de tomar una taza de café antes de entregarte a este sueño breve pero efectivo.
La cafeína tarda en promedio 20 minutos en hacer efecto en nuestro cuerpo. De esta forma, cuando te despiertes vas a aprovechar los resultados de la siesta sumados al subidón de la cafeína: es un win, win.
Siesta de recuperación
Su duración promedio es de 90 minutos, y es de hecho la que practican la mayoría de los argentinos. Su función es reponer las horas de sueño que faltaron durante la noche anterior, o compensar las que van a hacer falta la noche siguiente.
Pros y contras de una siesta
Tomar una siesta tiene muchos beneficios para nuestro bienestar emocional y físico. Como ya te contamos, nos ayuda a desconectar, tomar distancia de situaciones estresantes, reponer energía y equilibrar nuestras emociones. Es un antídoto infalible contra la fatiga, y ayuda incluso a mejorar la memoria.
Pero no todo es color de rosas. A algunas personas, una siesta puede dejarlas confundidas, más cansadas que antes e irritables.
A su vez, este descanso vespertino puede afectar nuestra higiene del sueño, potenciando un insomnio ya presente o haciendo que se vuelva más difícil el lograr dormir durante la noche.
Para evitar el lado negativo que puede llegar a tener una siesta, y/o potenciar sus ventajas, recomendamos siempre poner una alarma antes de tomarla. De esta forma, ya sabemos de antemano cuánto va a durar y no corremos el riesgo de levantarnos a la 4 horas sin saber siquiera dónde estamos.
El horario en el que dormimos también puede ayudarnos a dominar la siesta: el horario ideal es temprano en la tarde, después del almuerzo cuando toda nuestra energía va destinada a la digestión y nos empieza a agarrar la famosa modorra.
Y ya sea que duermas la clásica siesta de hora y media o estés incursionando en la famosa power nap, nada mejor que hacerlo en un colchón cómodo y de calidad, que te de el mejor soporte y que al mismo tiempo te envuelva como una nube.